domingo, 17 de agosto de 2008

pretexto

Tenía un tiempo de no ver a Lavezzi, comenzamos a platicar de Vodka, sin saber cómo fue que llegamos a ese punto, las opiniones consistían en mencionar las maneras en que lo hemos combinado, que sí con jugo de naranja, de uva, de mango, con refresco de lima-limón, con agua mineral y por supuesto saque a relucir mi ocasión de vodka con agua de jamaica, no porque fuera la mejor, al contrario, estaba bastante ebrio cuando lo hice, se acabo el jugo de naranja, se me hizo que era demasiado fácil no preocuparse, qué siempre hay una alternativa, pensando que un error se puede convertir en un acierto, así fue como lleve a cabo esa mezcla, sin embargo hay que considerar que la gran mayoría de veces, un error te puede conducir a otro error más grave.

En fin, le comente mi deseo por salir a beber, de inmediato el me pregunto por un motivo de que hiciéramos algo así, eso definitivamente era algo que ya estaba esperando, no entiendo, tal vez yo sea muy estúpido, pero ¿porqué debería de existir un motivo para embriagarse?, hay personas que en algún punto determinado de su vida comenzaron a acompañar su comida con refresco, al igual que cuando desean terminar con su sed, refresco, refresco, refresco, únicamente deseo aclararles que nadie de ellos nació desde el primer minuto de su existencia con refresco en la mamila, y en cambio ahora es inseparable; entonces porque esas preguntas morales de buscar una explicación para abrir una botella, no lo sé, esta de más.

Cómo lo mencione, ya estaba preparado para ello, sin mencionar el plan, le pedí a Lavezzi que saliéramos a dar una vuelta, tardamos en caminar varias cuadras, hablando de cosas sin importancia, le pedí que nos detuviéramos, nos sentamos en la banqueta, justo delante de un bar, a el ya se le hacía raro quedarnos sin hacer nada, parecía un lugar como cualquier otro, hasta que comenzó a notar que la mayoría de las personas que buscaban ese lugar, las que entraban o salían a fumar un cigarro ahora que no se puede hacer en los interiores, eran mujeres, mujeres de varias edades que llegaban solas, en grupo, o en pareja, algunas muy discretas, otras bastante efusivas, mostrando, disfrutando los sentimientos que comparten una con la otra; efectivamente, mi amigo noto que lo había llevado a las afueras de un bar para lesbianas, conforme iban pasando los minutos observaba todo ese danzar de mujeres, había algunas extremadamente hermosas, de una belleza descomunal, unas diosas por completo, y nosotros ahí, sin hacer nada, sin siquiera intentarlo, cualquier cosa hubiera sido inútil o ridícula.

Siguieron pasando los minutos y las mujeres, Lavezzi y yo estábamos en la misma idea, ver que todo ello era un desperdicio, que en sí podían existir esas diosas ardientes en deseos, en placeres, en besos y todo ello inalcanzable, el desperdicio no eran ellas, lo somos nosotros, una mujer puede llevar toda una vida completa, triunfal y plena sin necesidad de un hombre, no nos necesitan, esa fue la última idea. Cierta depresión comenzó a notarse en el rostro de el, y antes de que decayera más, reconocí que era el momento exacto para decirle:

-Anda, vayámonos de aquí, es momento de buscar algo de tomar-

Nos fuimos directamente a la barra de un bar cercano ahí, sin protesta alguna, lo invite a que olvidara todo lo anterior, que mi punto fue buscarle una excusa para ir a emborracharnos, porque en eso si soy un experto, para pretextos alcohólicos nunca fallo.

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