lunes, 1 de septiembre de 2008

Out of town

Apenas unas horas atrás dejamos la botella en su lugar, aún me sentía un poco mareado cuando era el momento de levantarse, por mí hubiera dormido lo que fuera, sin embargo ya había hecho la promesa a Gastón de que lo acompañaría a un pueblo a las afueras de la ciudad para hacer fotografías, de paso yo haría lo mismo.

Imagine que nuestro andar daría inicio en la central de autobuses, más en cambio nos desviamos a otro lugar, me dijo conocer otra línea de transporte que nos lleva por menos precio, el sitio era una parada como cualquier otra, hasta parecía una tomada de pelo estar esperando un camión de color naranja, cuando en mi vida no he visto algo similar, vamos ni los camiones de basura son así, puede que así se vistan los del personal de limpieza, pero jamás he visto en esta capital algo así.

Continuaba deseando estar acostado, el sol que no hacía mucho estaba encima de nosotros ya comenzaba a molestar, comenzaba a desesperar cuando finalmente llegó el transporte, era la primera vez que veía una cosa tan destartalada y que pudiera moverse, ahora no imaginaba como se suponía que en un vejestorio de esa magnitud íbamos a llegar a un pueblo, como eso se iba a conducir por una carretera , Gastón podía leer mi mente por la cara que puse, me dijo que lo viera como una inversión, al decirme el precio que nos cobrarían y el ahorro que significaba, daba buena pinta para que ese dinero se invirtiera en cervezas una vez en nuestro destino.

El camión ya estaba lleno cuando finalmente lo abordamos, nos tocó ir de pie, junto con otras personas que llevaban bultos, costales y hasta animales, ahora sí conocía literalmente un “guajolotero”, en ese momento comenzó la marcha del autobús, mis dudas anteriores de cómo llegaríamos se disiparon cuando veía por la ventana la celeridad a la que viajábamos, todos iban más rápido que nosotros, esa era la razón por la cual no se desarmaría esta cosa en plena carretera, no existía el factor de la velocidad, por ello llegaremos intactos.
Sin saber cuántos minutos habían pasado, el calor comenzó a atacarme, deseaba sentarme en el piso, pero ello era imposible, no había lugar para hacerlo a menos que la gente empezara a descender, sin embargo ocurría lo contrario, apenas comenzaba agarrar velocidad el cacharro, cuando alguien le hacía la parada y todos ahí dentro nos amontonábamos más.

Definitivamente ese no era lugar para alguien que había bebido una cantidad considerable unas horas antes, temía que fuera a volver el estómago en cualquier momento, sí eso sucedía era probable que nos bajarán, así que no pretendía pasar por ello, intenté distraer a mi mente, jugar con aquello de que es sicológico lo de vomitar, trate de enfocarme en algo más, cuando de pronto entre todos los que íbamos ahí, resalto una pareja que se encontraba sentada a casi dos filas delante de nosotros, me impresiono ver la manera en que esa persona no dejaba ni respirar a la mujer con la que viajaba, podía decir que estaban comiendo pan enfrente de los pobres, debí de haberme volteado, pero en vez de eso se convirtió en un morbo, en un hipnotismo ver como la seguía besando, acariciando, imaginando como introducía hasta lo más profundo, como llevaba hasta el límite la extensión de su lengua, e igualmente ella correspondía, un poco reservada, un tanto discreta a comparación de él. Como siempre sucede, cuando ves mucho a una persona, de alguna manera sienten tu mirada, los hacen que volteen hacía ti, entonces él se dio cuenta que yo estaba siendo entretenido por esa función, a lo cual pareció que más allá de molestarse y encararme, le di más cuerda, se abalanzaba con mayor decisión, una y otra vez, además de girar su cabeza para cerciorase sí yo estaba tomando nota, hasta que llego el momento en que fue necesario mirar hacía otro lado, eso ya podía convertirse en algo enfermo de continuar así, además de que en cualquier momento su complacencia podría sustituirse por una molestia, a estas alturas no debería de retar al destino, después de todos estos años ya era para que un novio furioso y con mucha razón ya me hubiera partido la madre, de hecho me hace pensar en Bogdan, que temple de esa persona, durante mucho tiempo sabía lo que pasaba sin que yo llegará a sospechar eso, y mientras tanto mantuvo la compostura, esperando a que yo cometiera el desliz, el pecado, las veces que llegamos a encontrarnos en fiestas, la ocasión donde entré al baño completamente alcoholizado y Bogdan tan fresco como la mañana, bien hubiera podido atrancar la puerta, darme algún puñetazo que me desestabilizará, llevarme a uno de los inodoros y ahí darme contra la puerta, azotarla contra mí cabeza, mearme encima, en fin, pudo haber sido eso y más, pero nada, únicamente me hizo una comentario acerca de que ya no bebiera más si pensaba manejar, a lo cual respondí con un –no te preocupes, yo sigo al pie de la letra lo de sí toma no maneje, por ello nunca compraré un auto-.

Gastón me interrumpió de todos los pensamientos anteriores para decirme que ya nos bajáramos, imagine que ahí sería la Terminal, la base para todos los que íbamos ahí arriba, pero no, aún desconozco hasta donde llegará ese camión, simplemente nos bajamos ahí y todos a seguir con su respectivo camino, ellos con sus vidas apacibles, tranquilas, hasta cierto punto envidiables, nosotros dos en el mismo vacío continuo.

Lo primero fue ajustar la cámara, un día anterior, mientras caminábamos a la tienda para rellenar las cervezas, fue cuando mi amigo contó la idea del viaje, el me prestaría la cámara extra que posee, yo lo único que me restaba hacer era comprar unas pilas para la misma, creo que exageré un poco, en ese momento me pregunté lo que pasaría si en plena acción las pilas se acababan, así como el qué pasaría sí ya no podía conseguir más; así que por ello digo que me apresure a comprar dos paquetes, ya iba medio ebrio a la tienda y supongo que no pensé con la mejor de las claridades.

Ya instalados era demasiado obvio que en una de las varias tiendas de aquí hubiera podido comprarlas, pero en fin, nuestra primera parada estaba marcada en el mercado, apenas nos despertamos y nos salimos todavía con el sabor a cerveza en la boca, no había alimento alguno desde anoche, era el momento de recargarse. No paso nada extraordinario más que simplemente comimos, desde hace días continuó con esa desazón para comer, sigo con la inercia como ya lo he escrito en otras ocasiones, mi estómago se sentía algo raro, claramente era una reacción a todo lo ingerido anteriormente, esa costumbre de empezar con una bebida e ir cambiando hasta mezclar dos o tres más se va haciendo también muy usual. Al salir del mercado me regresa la sensación de que podría volver el desayuno, nuevamente trato de concentrarme en otra cosa, vuelvo a alistar la cámara, a observar el paisaje, las casas, las calles, la gente, a comenzar tímidamente a sacar fotos, hace calor, todo es muy árido, los dos comenzamos a sudar copiosamente, pienso que esto me ayudará a sacar todas las toxinas, todo el alcohol que continúa en mi interior, y así sin notarlo tanto, ya han pasado algunas horas, mis malestares matutinos empiezan a desaparecer.

Llegamos directamente a una tienda, pedimos dos cervezas y nos maravillamos de su precio, es cómo si estuvieran al 2x1, nos sentamos a las afueras, en la pequeña banqueta a seguir observando, a dar comentario acerca de lo obtenido hasta el momento, ha preguntarnos que hace toda esta gente que vive aquí, parecemos bastante ingenuos con todas esas ideas al aire, pedimos una segunda y tercera ronda de cervezas hasta que nos vamos poniendo en sintonía con lo que verdaderamente somos, nos ponemos en marcha una vez más, esta vez ya no me siento tan contemplativo, sigo tomando fotos al mismo tiempo que hablo con Gastón, le comienzo a contar que me siento algo nostálgico con la fecha de hoy cuando la comparo con el año pasado, de hecho para ser más precisos todo inicia desde el 31 de agosto del año anterior, así como nuestra borrachera de anoche, todo luce tan lejano a 365 días de distancia, eso me duele en el interior, me provoca que desee tirarme al suelo para hacerme bolita y no levantarme.

Tratándome de animar, mi amigo hace lo posible por volver a encontrar otra tienda, a recargarnos de más cervezas, mientras tanto se convierte en una pausa, no hablamos de nada hasta que le comento que hoy hace un año mi amigo Clay tiraba un juego sin hit ni carrera contra Baltimore, que ello también me deprime cuando veo que ese mismo jugador fue mandado a menores, todos lo imaginábamos teniendo un gran éxito este año, pero las cosas no han resultado exactamente como lo pronostican todos, así mismo me paso. Para cuando veía el juego en aquella ocasión todo había sucedido muy rápido, no supe como reaccionar, claramente veo que no me comporte a la altura, me siento menos que un hombre por la manera tan evasiva, tan extraña de proceder, por llenarme de dudas, de cuestionamientos, por creer que todo se resolvería solo, que sería como una planta que va creciendo sola, pero no fue así. Todavía esa noche busque a Ella y nos regresamos juntos, ya era muy noche para la hora en que termino su función en el circo, montamos un taxi y casi no hablamos, nos tomamos de la mano y cuadras después se acurruco en mi hombro, noté que había caído profundamente dormida, entonces mientras le daba indicaciones al chofer de que avenida tomar, donde dar vuelta y demás, pensaba que ahí estaba el surgimiento, el inicio de una relación, no era algo que necesariamente hubiera buscado, apenas unas horas antes de que me besará por primera vez, rayoneaba mi destartalado cuaderno de notas con la idea de que cerraría completamente mis compuertas, nadie más pasaría, en adelante a estar conmigo mismo, a seguir yo solo y mira nada más la contrariedad de que alguien me declarara que sentía amor por mí.
Doy otro enorme trago a la botella antes de continuar, hago la comparación de la ironía con la que ahora me veo, en este momento acepto estar en la mejor disposición para compartirlo todo, para ser transparente porque ello es lo que siento, sin embargo ahora no hay quién desee detenerse en mi puerta, eso mismo genera que todo sea mas asfixiante, que el aire se acabe no solamente en mi habitación por las noches, aquí mismo, en pleno descampado, en medio de la naturaleza siento que no hay aire para continuar, deseo no regresar a la ciudad, siento que allá esta el lugar que tantas veces me ha visto caer, que conoce todas mis derrotas, me hace pensar en unas líneas de James Joyce donde decía:


"Que enfermo, enfermo, enfermo estoy de Dublín, es la ciudad del fracaso, del rencor y de la infelicidad"


Cuanto puedo comprender esa idea, me siento completamente infeliz y miserable, saber que no pude mantener la cordura en el momento indicado, en momentos pareciera que soy el único culpable, por otro lado creo que es el mismo sistema de la vida cotidiana, ese apresuramiento donde hay una gran prisa porque todo suceda, donde las revoluciones tienen la vigencia de un día, donde grandes amores se proclaman por la mañana y al anochecer todo es odio, resentimiento y un no quiero volver a verte, se azotan puertas, se estrellan teléfonos, flores a la basura, peluches decapitados y cartas de amor siendo incendiadas, le confieso a Gastón que hay algo que no me he podido quitar de la cabeza, el verme que nada ha mejorado una año después hace que esas palabras continúen rondando en mí, y es el momento del gran fracaso, cuando después de reiteradas ocasiones donde Ella me pedía que la valorará más, que sus sentimientos hacía mí eran tan reales, cuando se cansó de recordarme que abandonara mis dudas, todo se concentro para decirme:
-Erich, veo que soy mucha vieja para ti-

Hubo mucho silencio, necesitábamos más dinero sí queríamos seguir bebiendo, intente venderle el paquete de pilas al de la tienda, que nos dijera cuanto nos daba por ellas y hacer trueque por más cervezas, pero no quiso, desconfío de nosotros pensando en que le queríamos aplicar una estafa, nos levantamos de ahí para buscar quien nos las comprará, regresar de inmediato, o es más, bien lo podíamos mandar al carajo por desconfiado y en el camino encontrar otro lugar abastecedor. No acostumbro contar las cervezas que me tomo, por ello es mejor pagarlas al instante, sin saber ese dato, íbamos por las calles tratando de vender el paquete al primero que se nos cruzaba, era más que evidente para todos que ambos destilábamos alcohol en nuestro interior, posiblemente ni siquiera teníamos una buena dicción de palabras, no podíamos mantener un paso firme, tambaleantes pretendíamos que nos tomarán en serio y ello fue algo que no ocurrió.

Totalmente cansados y muy sedientos decidimos irnos del lugar, acercarnos a la carretera para esperar el camión destartalado de regreso, ahí llegamos y en la parada había una fila de gente esperando, fuimos hasta el final, una vez ahí era momento de esperar, pero la sed era algo incombatible en ese momento, se decidió exprimir más el presupuesto que nos quedaba, ya que solo se contaba con el pasaje de vuelta y el del camión ya en la ciudad, decidimos comprar unas últimas cervezas en una tienda que estaba exactamente enfrente de la parada, aún así la garantía de llegar a la base del guajolotero estaba garantizada, de ahí tendríamos que caminar un gran tramo o pedir unas monedas a los transeúntes, le dimos marcha al asunto, debo de aceptar que ni siquiera las disfrutamos, las tomamos como agua y al menos así podríamos esperar lo que fuera; claro eso simplemente es una frase hecha, porque en realidad nos desesperamos a los cuantos minutos, me comenzó a dar sueño, como en todo ese rato nadie más llego a la fila para formarse después de nosotros, dejámos ahí nuestras mochilas, recargarnos en la casa que se encontraba atrás de nosotros, apoyamos la espalda en su barda y sin dar signos de resistencia, ambos nos quedamos profundamente dormidos.

Sin saber cuanto tiempo transcurrió, Gastón me despertó, -no mamés, nos quedamos dormidos y se ve que ya paso el camión, ¿A dónde están las personas de la fila?, mira al menos nuestras mochilas ahí siguen tiradas, nadie se las llevo, que chingón-
Nos levantamos un poco mareados, no había nadie más que nosotros en esa carretera, nos quedamos al costado del anuncio de la parada para continuar esperando un segundo camión, los minutos seguían pasando cuando de una de las casas comenzaron a sacar una camioneta, era un chico como de 18 a 20 años y su padre, nos observaron y nos preguntaron que si esperábamos el camión a la ciudad y asentimos con la cabeza, nos menciono que nos podían llevar en la parte trasera de la camioneta, que iban por algo de carga y después volverían al pueblo, nos pensaban cobrar la mitad de lo que era la tarifa del cacharro naranja, así que gustosos aceptamos, nos montamos atrás donde no había mucho de donde sujetarse, donde el aire se sentía helado, donde brincábamos a cada bache, a cada salto nos dolían las nalgas, pero aún así no dejamos de reírnos uno del otro, de las caras que hacíamos, de que hasta la borrachera se nos estaba bajando, sí antes viajamos en un guajolotero, ahora éramos los guajolotes, reíamos de que no tuviéramos que llegar a mendigar unas monedas para el camino de vuelta, con todo y todo el día estaba terminando, la depresión no me soltaba del todo, no sé si en verdad viajamos rapidísimo, si este compadre le metía en serio la pata al acelerador o era por ir ahí al descubierto, sólo sé que en alguna parte de la carretera donde se presento una recta bastante amplía para poder rebasar, dejamos atrás el camión naranja donde supuestamente deberíamos de ir si no lo hubiéramos perdido, simplemente al verlo detrás nuestro le dijimos adiós con la mano, nos alejamos deprisa y no volvió a asomarse en lo que restaba de camino.

No hay comentarios: