Se escuchaba música desde la banqueta de la calle, no se puede decir que fuera a todo volumen, simplemente lo ligeramente evidente para darse cuenta que había alguien en casa de La rana, después de todo, siempre hay alguien aquí.
Toqué la puerta varias veces hasta que se escucho el ruido de que estaban por abrir, para mi sorpresa fue Oyuki quien se presto a la tarea, me saludo discretamente, en verdad no la entiendo mucho, suele bromear con aquello de que todas las personas somos bipolares, y eso es algo de lo que yo no me siento ajeno, mi pregunta entonces va encaminada a saber sí yo también me comporto de esa manera, ¿así me miran los demás cuando ando de bipolar?... dentro de mi lógica cabe la idea razonable de saber que Oyuki no gritará a los cuatro vientos, o en este caso debo de decir a las cuatro paredes, que nosotros dos nos acostamos meses atrás, pero en lo privado, en lo apartado me puede saludar como a un perfecto extraño, como sí se tratara la primera vez que nos vemos, no lo entiendo.
Una vez dentro de la casa me encontré a mas personas, eran cerca de ocho, al único que reconocía de veces anteriores era al Rasta, los demás me eran nuevos, salude a todos, me agrado que se sintiera buena vibra, me pasaron la caguama para que le diera un trago.
-Ya somos bastantes, entonces ya vamos a armar algo en serio ¿no?- se escucho
-Pues ya estuvo, saquen el toque, andan muy tímidos, ja ja ja
Todos hicimos gestos y señales de que nadie llevaba consigo nada para armar, se propuso la idea de ir a comprar en ese momento, y es curioso, pero hasta ese momento no me había preocupado en absoluto por esa parte del proceso, siempre me acostumbre a que alguien de toda la bola trajera el toque encima, ya fuera en un concierto, afuera de una exposición o aquí, siempre era algo tan normal, que de su bolsillo, de la mochila o del mismísimo tenis surgiera el cigarro, pues bien, el momento inicial esta por llegar.
La Rana menciono que ella sabía de un lugar no muy lejos de ahí, además de que todos le cayéramos con la lana, necesitaba un auto para que fuera más rápido el asunto, las miradas recayeron automáticamente en Oyuki, ya que es la única persona de la casa que tiene lo requerido, eso ya estaba saldado.
Mientras se juntaba el dinero la Rana soltó:
-No se pasen de cabrones, espero que no estén pensando en dejar ir a dos mujeres solas a comprar esa madre, a ver, ¿quién más se apunta?
El Rasta se apunto de inmediato, volteo a verme y con los ojos me sugirió que yo también lo hiciera, así que fue uno de esos momentos nada gallardos donde no se piensa mucho, donde la razón principal estaba en acompañar a Oyuki, no tanto por lo del Rasta o por el “no pasarme de cabrón”.
De cualquier manera ya en el auto las dos mujeres pasaron a los asientos delanteros, en la contraparte el Rasta comenzó a platicar de música, me pregunto acerca de Rage against the machine, que sí me gustaba, que cual era mi canción favorita, y así, platicando mientras en mi mente únicamente le escuchaba la mitad de lo que me decía, estaba muy nervioso, nunca había hecho algo así, quería preguntarle a la Rana cómo sería eso, al mismo tiempo yo mismo me recriminaba el hecho de estar ahí, pude haberme quedado en la casa esperando, pues a final de cuentas bien puedo ser muy cabrón ¿no?, después de todo fui por Oyuki, por alguien que me hace caso cuando quiere, en fin, me sentía muy estúpido por todo ello, hasta ahora estaba lo que mi memoria recuerda de películas e idioteces por el estilo de cómo van a comprar el asunto, pero aquí no es así, eso es lo más seguro, ya no escuchaba nada, trataba de respirar hondo, eso ayudaría, seguir con la conversación para que no se me notara el nervio, eso podía ser la mejor solución.
Llegamos a un punto donde la Rana daba instrucciones a la conductora:
-Da vuelta aquí, después a la izquierda y ahora estacionate en esa esquina
-Muy bien, tu espéranos al volante, no cierres con seguro las demás puertas, ahora venimos y luego luego te arrancas
Comenzamos a bajar del auto cuando Oyuki menciono:
-Me estoy cagando de nervios, espero que no me gane el pánico y me largue de aquí antes de que regresen
-No mamés, no nos harías eso ¿verdad?- le recalco el Rasta
-Entonces que alguien se quede conmigo, dijo Oyuki mirándome
Sin esperar a ver que decían los demás me metí al auto, cerraba la puerta cuando nos hicieron señales con la mano de que tuviéramos calma, se dieron la vuelta en la esquina donde nos estacionamos, no sabíamos cuanto tiempo tardarían en volver, los nervios apretaban cada vez más, en ese momento lo mejor era haber lanzado un discurso tranquilizador a quien estaba acompañando, en lugar de ello le dije lo que tal vez no era nada obvio, que yo también estaba muriéndome de nervios, cerca de la guantera había un paquete de cigarros, lo deseaba con todas mis ganas, le pregunte sí ella quería uno y acepto con la cabeza, encendí el de ella, luego el mío, los nervios no daban tregua, se hacía una eternidad desde que dieron vuelta en la esquina, ni siquiera se veía como para ver si ya estaban por volver, ella pensó en encender el auto, en esperarlos con el motor encendido, pensé en bajarme para asomarme, pero en ese momento aparecieron un poco deprisa y al mismo tiempo tratando de ser discretos, es un poco complicado describirlo, sin embargo su andar fue así, subieron al auto y arrancamos.
-¿Todo salio bien?- pregunté
- A huevo, mira, ahora sí tenemos para un buen rato- La Rana me enseñaba el paquete enrollado semejando a un gran churro en papel periodico.
-Claro, Oyuki por poco me deja, apenas tenía media nalga en el asiento, todavía no terminaba de aterrizar, de cerrar la puerta y arrancamos en chinga, pero por lo demás, todo bien- comento el Rasta
Esto último hizo que se rompiera finalmente la tensión que aún existía, soltamos estruendosas carcajadas, riéndonos del asunto, dando gracias de que no hubiera ningún poste o semáforo en esa esquina, de otra manera nos hubiéramos quedado sin una puerta o el Rasta sin una pierna, reímos tanto que las lágrimas ya corrían por mi rostro, en ocasiones puedo reír con una enorme facilidad, y esta era una de esas, así que ahora me hacían un poco la burla, de que no llorará, que todo había salido bien, y más carcajadas acerca de mi rostro pálido cuando me quede con Oyuki haciendo guardia, más risas, y lo mejor es que nadie se sentía ofendido, todos éramos parte del mismo chiste.
Volvimos a donde todo esto inicio, a la puerta donde ahora no había que tocar porque entramos con la que trae las llaves, al entrar a la habitación los demás nos recibieron con aplausos, cómo si fuéramos héroes, me reí por dentro, ¡¡¡¡cómo malditos héroes!!, ahora únicamente nos hacía falta un desfile y que el alcalde nos entregara la llave de la ciudad, aunque para ser sinceros, preferiría el porro de la ciudad, el de su propia cosecha, el de edición especial, eso sería más provechoso.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario