lunes, 14 de julio de 2008

continuando

Era el mes de abril cuando fui por primera vez a la casa de La rana, entonces me pareció una buena puntada darme un toque, ¿porqué no? Esa fue la primera idea, no creo que pase nada, no estaba muy ebrio como para no saber lo que hacía.

A últimas semanas reconozco que mi comportamiento ha cambiado, he dejado de lado mi acostumbrada música depresiva para desempolvar todos esos discos o hasta casettes viejos, que enmarcaron una etapa de mucha libertad.

En muchos aspectos, la mercadotecnia o nuestras odiosas tías, nos atacan con la nostalgia de tiempos pasados, de cosas que no volverán, sin embargo este re-acercamiento a la música de The doors, Led Zeppelin, los primeros discos de Pink Floyd, Iron Butterfly, The Clash, The animals, y más cosas por el estilo, me generan la sensación de que la libertad que años antes había sentido no se ha ido a ningún lado, que es algo que siempre se había mantenido en mi interior, olvidada, dormida y ahora empieza a despertar.

Es interesante todo lo que conlleva, no es únicamente la idea de ponerse estúpido hasta perder el conocimiento, es todo el intercambio de ideas que se puede tener con los demás, al final es tanto, que es complicado guardarse o llevarse consigo todo lo dicho en la reunión, todos esos disparates, esas respuestas que parecen no tener sentido, frases compuestas al instante, nada esta premeditado, nadie tiene un discurso bajo el brazo que haya estado preparando toda la semana, en ocasiones puede ser una completa estupidez, pero qué no lo es, solo falta encender el televisor, viajar en metrobus, ver como tratan a las mujeres en el metro, escuchar a dos personas alburearse, caminar en el centro, abrir una cuenta en el banco, una cantina llamada la Libertad, contratar un seguro de vida, un Hotel que se llama los Alpes, preocuparse por la afore, o tirar el dinero teniendo un hijo, y por todo ello, darme cuenta de que no hay una sola razón para que no continué la raniza.

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