lunes, 23 de febrero de 2009

para arriba

Imaginaba que el momento de cruzar la línea lo haría yo solo, me levanté por la mañana, no pude pegar mucho el ojo anoche, siempre que se tiene una tarea importante que hacer se duerme mal, pensando en que me quedaré dormido, soñando que se me hizo tarde, imaginando cosas de las peores, siempre es así, la imaginación maltrecha, malograda y porque no, hasta maloliente puede ser, de tanto tiempo almacenar las mismas ideas ya se empiezan a echar a perder.

Otra de las causas para esa incomodidad al momento de estar en la cama fue la repentina idea de no convivir mucho tiempo con Oyuki previo a esto, bastante claros son lo episodios donde nos encontramos en casa de La Rana, o aquella vez que me invito a su casa, y sin embargo no generó una mejor comunicación, el distanciamiento lo usa como quienes siempre salen a la calle con el mismo par de anillos en los dedos, así de natural; en aquellas pequeñas reuniones con los demás, nadie imaginaba en su mente que en esa noche que nos fuimos juntos, terminará yo en su habitación, lo más seguro sea lo acostumbrado, que un tipo como yo, de bajo perfil siempre anda merodeando a las chicas lindas como ella, pero que de ahí nunca pasará (y eso es algo que yo también me repito en mi mente); también rememoro las veces de exposiciones y galerías, cada quien por su lado, con su suerte, con su bebida, ya en el siguiente encuentro se intercambian historias, nunca con la idea de presumir u opacar al otro, simplemente es un compartir cosas, en ese momento cada quien anota mentalmente fragmentos, frases, elementos que algún día servirán para darle vida a ese guión salvador, a ese algo que cambie el rumbo, fijándose como laca a un libro, una pintura o porque no, hasta una película, con yotube ya cualquiera puede subir algo ahí, sea bueno o no, hay de todo, por lo que yo también podría.

Bien, mi inventario no es muy extenso, no debo de apresurarme demasiado, no quisiera híper ventilar, llegar al aeropuerto escurriendo, sí voy a estar más de 10 horas en un avión junto a Oyuki, cuidare en general que no apeste, es lo mínimo que puedo hacer, la seguridad para poder hablar, además, ¿de que voy a platicar? No es que quiera tener un guión, pero ¿jodidas 10 horas allá arriba? Puede ser que al llegar a Lisboa me haya empezado a odiar… pero entonces no importara, ya me las arreglare para sobrevivir al igual que acá, eso únicamente daría inicio a aquello de viajar yo solo… no debería de ser tan pesimista, de inmediato me excluyo, sin que nadie mencione una sola palabra, en automático me voy al rincón, agacho la cabeza y pretendo que no existe nadie, ¡¡¡¡pero es que en verdad qué este mundo esta vacío!!!!... por eso tomo el vuelo, para comprobar que no es así.

Tocan el timbre, debe de ser el del taxi, las maletas ya estaban junto a la puerta, abro y antes de volver a cerrar echo un nuevo vistazo en general a este que ha sido mi departamento por un buen tiempo, no sé hasta cuando nos volveremos a ver, sí pasara una semana, un mes, un año, una vida afuera; no sé que desear, regresar o no regresar, quedarme con Oyuki pase lo que pase o no, ¿Cual es la idea de ella para haberme invitado? Definitivamente el sexo no es, de otra manera hubiera pasado en más ocasiones mientras estuvimos aquí, no soy alguien muy estable como para pensar que le brindo seguridad y esas chorradas de las que hablan las parejas “reales y estables”, tal vez únicamente busca compañía, y en el fondo eso es algo de lo que yo también adolezco bastante.

Ya arriba del auto observo las calles con un semblante distinto, me emociona irme, con el departamento era diferente porque lo consideraba mi hogar, afuera nada me pertenece, siento la felicidad de pensar que puede ser que no regrese en bastante tiempo, a la porra con todo esto, que sí otros autos no dejan de tocar la bocina a causa de la imbecilidad mas pequeña, que sí las mujeres de siempre van y otras vienen, que sí se me acabo el vodka, que sí la idea del circo cayó al absurdo, que sí la poblana se lleno de incongruencias, todo eso me vale ya, lo dejaré atrás, estoy cerca de llegar al aeropuerto, ya no me preocupa más lo de Oyuki, haré lo que yo quiera, hablare o quedare callado sin más allá, ja ja, empiezo a sentir esa fuerza en mi interior como en aquellos tiempos de la Universidad, el fuego interno sin necesidad de meterme nada, arder y arder de pura vitalidad, más no de optimismo, no hay que confundir; ya deseo el momento en que este arriba de ese avión, que nos hayan dado las instrucciones en caso de que el avión caiga al agua, que sí los salvavidas, que sí las mascarillas, que sí las salidas de emergencia, ya , ya, ya, eso ya me lo sé, vamos a lo importante, a que se escuche por las bocinas el aviso oficial del despegue, abrocharse los cinturones, sentir esa fuerza que lleva al cuerpo a pegarse hacía el respaldo del asiento, ese giro en el que lo mostrado por la ventanilla comienza a cambiar de ángulo, el estómago siente la elevación, la escala de los objetos va cambiando conforme pasan los segundos, las avenidas, las casas, los edificios, todo pequeño, ahora nada parece aplastarme, únicamente las nubes sobre mi cabeza, todo perfecto, lo gris, lo nauseabundo, la infamia, la traición, “todo lo humano” queda bajo mis pies, cerrare los ojos con la tranquilidad de que ya nada de eso me puede alcanzar, simplemente tendré el oído atento para cuando pase la azafata con el carrito de las bebidas, pediré una cerveza para continuar con este estado tan emotivo; aunque debo de reconocer, cuánto trabajo me costó llegar hasta acá.

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