sábado, 7 de noviembre de 2009

in a cage

En algún momento se iba a hablar, era estar jugando a las escondidas con Oyuki de una manera infantil, casi de adolescente, me recordaba a los días donde me enojaba con mi Padre y no deseaba enfrentarlo, para ello aprovechaba que el se dormía religiosamente a la misma hora, entonces yo llegaba mucho después de ese momento, ya en la mañana me despertaba cuando el había salido a trabajar, y así podían suceder semanas hasta que se reanudaba la comunicación de la manera tradicional: aceptar que me equivoque, fuera o no el caso.
Aquí no puedo decir que sea lo mismo, primero no estoy dispuesto a echarme la culpa para que algo se rescate, definitivamente no lo haré, el problema es que al dormir en la sala no tengo tanto refugio para hacerme el desaparecido, igual me hago el adormilado o salgo a vagabundear en el frío de la calle, ese clima helado del que muchos se quejan, del que prefieren estar guardados, a mi me resulta preferible tener afuera a mi trasero congelándose que estar ahí dentro con un nudo en el estómago.

Llegó la ocasión donde los Lopes salieron por una especie de emergencia, sigo sin entenderlos mucho, únicamente escuche algo como “ando a preocupada…e nao estou, a serio, amanha de ser ultrapasada”, entonces hubo un dialogo más rápido, más palabras que no me dieron tiempo de entender hasta que escuché el portazo a la salida del departamento.
Entonces sentí una sensación más helada que la de la calle, nos quedamos solos Oyuki y yo, no había de hacerse el desaparecido, el dormido, el ocupado, nada, y como ella pensó lo mismo se avalazo de inmediato:
-¿Y entonces, piensas en hablarme en algún momento, o vamos a continuar igual?
-¿Igual cómo?
- Sabes bastante bien de lo que hablo, desde que paso lo del cineclub, que la verdad es que ya ni quiero pensar en ello… bueno si, la verdad es que cómo se te ocurrió dejarme ahí, en un momento veíamos la película, al siguiente tenías tus manos entre mis piernas, y al siguiente saliste disparado del asiento, yo pensé que te había pasado algo, pero no, una vez que saliste supe perfectamente lo que sucedía, intente alcanzarte, la verdad no quise voltear a ver a esas personas de la sala, imaginaba sus miradas libinidosas, sus pensamientos asquerosos de los pocos pero bien enterados asistentes, ¡No sabes lo que me hiciste pasar! ¿Y si me hubiera ocurrido algo? ¡Salí corriendo!... y todo para qué, para no encontrarte… luego regresas y todos estos días jugando a que no pasa nada, a que vives solo ¿o qué?

La verdad es que no supe que contestar, me referí básicamente a la idea de que no me encuentro en este lugar, pensé que sería diferente cambiar de país, de personas, de clima, todo diferente para que pudiera sentirme feliz, pero no es así, el vacío es siempre el mismo haga calor o frío, hables español o portugués, me desesperaba por no entender el idioma por más que me digas que es muy fácil, cuantas veces he escuchado que todo es fácil, desde siempre, “juanito hace bien fácil las multiplicaciones”, “Sr. nobody hizo una gran fortuna bien fácil”, y así, las personas parecen echarte en la cara las cosas cuando resuelven algo a la primera, cuando hacer de comer es fácil, embriagarse es fácil, follarse a una mujer es fácil, obtener un trabajo es fácil, caerle bien a tu jefe es fácil, por supuesto obtener un asenso es fácil, enamorarse es fácil, todo, todo, menos volarse la cabeza, ¿Por qué no lo hacen para demostrármelo? ¡Malditos videntes de dos pesos!
Oyuki me dijo que tenía que hacer algo con mi tiempo, eso de estar rondando por las calles sin ninguna dirección o propósito solo hace que piense en cosas raras, me puso el ejemplo de los que se jubilan a muy temprana edad y que después no encuentran que hacer con sus vidas, entonces lo conveniente es que busque un trabajo, ella misma propuso que en la siguiente semana me ayudará a darme opciones, a mi me parece un tanto imposible por lo mismo que llevo diciendo del habla, además no me emociona buscar un trabajo como tal, por eso es que busqué aquello de andar en las exposiciones, de vender mis cuadros, no digo que sea fácil, pero para mi es mejor que ir todos los días a un lugar y hacer algo estúpido a cambio de unos billetes, parece denigrante el asunto; lo peor es que ella lo sabe, no sé porque me lo propone así, pero es mejor no decir nada por el momento, a quedarme callado.

Ahora, bien puede ser que por toda la tensión generada no nos percatamos de lo esencial, que en ese momento estábamos finalmente a solas en el departamento desde que llegamos a Lisboa, por lo que al notarlo la reacción fue inmediatamente la misma, nos lanzamos a la habitación de Oyuki, dentro de un remolino acalorado, apresurado, cualquiera pensaría que al tener tiempo de sobra para nuestros forcejeos todo se daría con calma, pero no, tanta energía contenida deseaba ser liberada de la manera más profusa, fuerza provoca fuerza, que sensación de enorme fortaleza me daba el arrancar de pronto su blusa, los pechos tan apretados dentro del sostén gritaban “tómame”, estamos aquí para ti, solo hoy, no te demores, apúrate, apriétame, muérdeme… ella pasaba sus manos sobre mi espalda desnuda, sentía sus uñas largas deslizándose de un lado para otro, ir al cuello, volver a bajar…no espere más y me deshice de mi pantalón, casi a la par busqué quitarle la falda larga que Oyuki desplegaba, ahí fue donde todo empezó a cambiar, ella llevaba puesta unas mallas de pescador que le cubría completamente todas las piernas, la sensación al tacto era impresionante, como cada dedo se deleitaba con los surcos generados por cada cuadro, cada hilo de la malla, la piel tan ricamente sobresaliendo de cada espacio, sus piernas eran un delirio, en ese momento deseaba haber tenido más brazos, más manos, más maneras de alcanzar más sitios a la vez; mientras mis manos hacían de las suyas ella se quito el sostén y no espere más para morder sus pezones, esta vez no jugué con ellos, esta vez no era momento para ir con calma, era todo de una vez, me gustaba la sensación de tenerlos a mi merced, de jalarlos, morderlos de la orillita, empujarlos de vuelta con la lengua… escuchaba al instante un sonido, no podía estar seguro de que era, casi podía asegurar que fue un gemido de ella, la fuerza que yo llevaba en mi interior era enorme, ella también estaba entregándose completamente… con una mano alcancé su seno izquierdo mientras que con la otra mano libre me fui directamente a las nalgas, la textura de rombos me llevaba a esa zona tan hermosa al tacto, tan dura que se sentía al estar en ese contenedor, para mi sorpresa me daba cuenta que seguramente ella traía puesta una tanga, ya que completamente iba de un lado a otro sin sentir tela alguna detrás de la malla, ella subió la pierna para enredarla un poco en la mía, entonces nos seguíamos besando, y así, sin ninguna delicadeza, llevé directamente mi mano a su pequeño rincón, y ahí precisamente me lleve una gran sorpresa que nos encendió a los dos a un nivel mayor, Oyuki no llevaba tanga, porque en realidad no había otra cosa bajo la malla que su hermosa piel… nuevamente el sonido… no logré captarlo del todo…seguro volvió a gemir, se estremeció en cuanto sentí su mata, su sábila… estaba muy húmeda, ahora todo su cuerpo se bañaba en sudor…ella me quitaba el boxer de encima para apretar con su mano mi armamento, nuevamente gemía, eso me excitaba mayúsculamente, sentía que en cualquier momento podía perder el control, todo era demasiado intenso, demasiado rápido, de momento la besaba en los labios, al siguiente me acababa su cuello, le mordía el hombro, mis manos podían pasar de un lado a otro, de la cintura, la espalda, un seno, una nalga, la mata saliendo de entre las rendijas, ¡¡¡cielos!!! hasta los jalaba, encontraba un cierto placer sádico en hacerlo así, algunos de ellos yacían completamente húmedos, con mis dedos intentaba ir a la fuente de toda esa sábila, pero la malla me impedía hacerlo, Oyuki intento quitárselas, yo le pedí que esperara, tenía otra idea. En esa habitación había un juego de costura o algo por el estilo, rápidamente eche un ojo para encontrar una tijeras, ella se quedo viendo como me hincaba a sus pies con el instrumento para cortar esas rendijitas, para liberar aquello que se encontraba cautivo, la verdad me puse un poco nervioso, a pesar de contar con la luz que permitían pasar las cortinas me tembló un poco la mano, ella prefirió ayudarme un poco, hizo los cortes, botamos las tijeras y mis dedos entraron como en mantequilla por aquél pequeño horno… nos acostamos en la cama, ella quedaba debajo de mi con las piernas abiertas, nos seguíamos besando, yo acariciándola, ella me apretaba una nalga, de pronto iba más abajo y me jalaba las pelotas, parecía que deseaba jugar con ellas en sus manos…un nuevo frenesí llego como oleada, más gemidos, más juegos con las mallas, ahora que ella estaba recostada la recorrí con mis labios, con la lengua, al llegar a sus piernas deseaba arrancar los surcos a mordidas, de verdad lo intente pero era imposible, estaban muy apretadas, así que de inmediato pensé en el único lugar donde la puerta fue abierta, directo al pequeño rincón, intenté abrirme paso con mi lengua pero era un tanto complicado por la posición en que nos encontramos, Oyuki parecía tener descargas eléctricas, se notaba que le encantaba aquello y a mi me provocaba más fuerza, más entusiasmo, nos giramos en la cama, ahora ella quedaba arriba de mi, esto estaba mucho mejor así, la gravedad hacía que ella quedará justo en mi boca, mientras sentía sus gloriosas nalgas cerca de mi rostro, mis manos estaban completamente libres para sentir aquellas mallas, volver a recorrer cada rumbo, para usar la punta de mis dedos, para apretarla mientras mi lengua era como un helicóptero que no dejaba de dar vueltas y que mientras más entraba a ese pequeño horno suyo, más nos elevábamos de la tierra… otra vez el ruido del principio, era muy silencioso, como un sonido cauteloso… volvía a estar seguro que era un gemido más… mientras tanto ella tomaba mi palanca entre sus manos, parecía que Oyuki jugaba a que iba en un auto a toda velocidad, pero no iba en una simple recta, podía ser una carretera llena de curvas, metía los cambios una y otra vez, manejaba en los Alpes…me apretaba las bolas de vez en cuando, me encendía más y de vez en vez ella aplicaba fuerza de más, hacía que me doliera, pero no era algo que me molestará, era algo así como un dolor con placer, mientras más arreciará ella con las manos, más lo haría yo con mi lengua, ese era el juego… hasta que súbitamente las sensaciones cambiaron, lo que sentía era más sutil… me di cuenta que ambas manos de Oyuki posaban en mis piernas mientras yo sentía un completo placer… continuaba el juego…cada quien seguía la velocidad del otro, de pronto el sonido otra vez…ahora pensé que lo imaginé, porque ¿cómo podría gemir mientras me acariciaba de esa manera?... si es mi mente…ella comenzó a sacudirse vertiginosamente, se levanto un poco y ahora si escuchaba su voz “más rápido”, decía, mientras ella se agarraba de mí como si estuviera en el rodeo, tiraba una y otra vez, en ocasiones era tan fuerte que nuevamente sentía esa mezcla de dolor-placer…el ruido nuevamente…¿de verdad gime?... ella seguía tirando de mí…otra vez… ¿gimió?... ahora bruscamente sus piernas se convierten en una especie de tenazas que por poco atrapan a mi cabeza, después de tanto juguetear con mi lengua, de sentir y absorber su miel, de sentir como aquello eran unos delicados pétalos en mi boca, vino el relampagueo final en todo su cuerpo… se arrojo hacía un lado de mi, se coloco al costado de la cama, para ese momento nos bañábamos en sudor…respirando agitadamente como después de correr un maratón, pero ¡vaya maratón!.. ahora comenzaba a pensar poco a poco, ya que mis sentidos, mis ansías, mi hambre de su carne comenzaba a entrar en reposo había algo que no entendía del todo, ¿porqué con el frío que hace afuera Oyuki no llevaba puesta una tanga o lo que fuera? ¿Porqué traía las mallas de pesacador?... entonces todo comenzó a aparecer por partes… ella ya sabía que los Lopes saldrían, que nos quedaríamos solos… algo parecido a un dolor en el estómago se dio en ese momento, ahora el sudor que exhalaba era frío, entendía completamente, las mallas eran algo simbólico, al comprender lo siguiente un vacío en el estómago sentí, el ruido que comencé a escuchar desde el principio como algo sigiloso y que aparecía cada vez que subimos de nivel, de intensidad, no fue en realidad que Oyuki gimiera, era que se deslizaba poco a poco la trampa, en ese momento cayó la jaula por completo, ella me abrasaba y al oído me decía “verdad que vas a buscar trabajo”.

1 comentario:

Oscura Tentación dijo...

Las medias de red de cubren las piernas de una mujer son la más mortal de las trampas...
Tus letras también se enredan en la piel.
Un beso
Silver