martes, 24 de junio de 2008

el verdadero deshuesadero

Ya una vez dentro del Museo recorrí las tres muestras que ahí se exhibían, de las cuales la llamada “Deshuesadero” fue la razón para ir, había ya llegado con la idea de que no iban a ser las grandes obras maestras, mi presencia era por una recomendación de que algo podría agradarme, camine por el lugar y sin ser el gran crítico de arte se podían observar errores, se colocaron los elementos donde caían, no existía un plan, sin orden, todo caos; en cuanto a las pinturas se podían ver errores de proporción muy notables, y de los nombres que aparecían en las cédulas no me decían mucho, estaba casi seguro de que el trabajo ahí expuesto era de principiantes o de mediocres con buenas palancas. Al salir del museo aún no terminaba de asimilar sobre el calificativo que tenía que darle a lo que había visto, me pregunta el porque me la habrían recomendado, acaso fue una ironía y no la entendí desde el principio, eso era lo mas seguro, sencillamente esa tarde estaba siendo desperdiciada.
Tampoco diré que deje grandes proyectos de lado para ir a esa galería, tal vez me hubiese quedado en casa a lavar los trastes o planchar algo de ropa, ya que después de todo en algún momento se tienen que finiquitar esos asuntos.

Ya en la calle lo de menos era que un bar me encontrará, ya que en eso siempre recalco algunas de mis platicas, yo no voy en busca de un lugar donde irme a aplacar durante horas, en sí el lugar mismo es el que me invita, puede ser el nombre, su aspecto en general o alguna voz de mi inconsciente me da esa patadita que necesito para perderme.

Pues bien, ya caí en la primera contradicción, porque no recuerdo el nombre de ese lugar, y en general no hubo otra cosa que me llamará la atención más que pensar que el camino de regreso a casa era demasiado largo para hacerlo sobrio, ese si era un gran reto, además de que regresaría en el metro a la misma hora que lo hacen todos los oficinistas, eso siempre me pone de malas, me deprime, sí, esa es la palabra correcta; así que el plan era embriagarme hasta que todo el mundo desapareciera, yo no los vería a los ojos, yo en mi camino, en lo mío, in my road, motherfuckers!!!!

Ya era hora de partir, y mi orientación se vio un poco afectada por mi escala etílica, así que estuve dando vueltas, mi orgullo era mucho como para preguntar hacía donde quedaba el metro, no buscaba dar la impresión de un borracho lastimero, y entre todo ello me invadió la necesidad de liberar mi vejiga, había que encontrar un lugar donde meterme, ya en alguna ocasión lo hice en el arbolito, donde se supone que no había nadie, donde es bien fácil, pero no se de donde diablos salieron los guripas para echarme el guante, así que no pasaré por esos ridículos; todo eso pensaba cuando llegue a un centro comercial y esa sería mi salvación, primera vez que veía a ese lugar como un rescate y no como el centro demencial que en cualquier otro momento demuestra.

Lo primero que ví fueron las escaleras para bajar al estacionamiento, suponía que donde están las máquinas cobradoras, también lo estarían los baños, mientras iba para allá observe varias camionetas que lucían bastante impecables por estar equipadas con sus debidos guardaespaldas, cada quien en su historia, en su loquera, nadie tomándose en serio, y así llegue al sanitario, entré, había un niño que también deseaba lo mismo que yo, tenía aproximadamente unos seis o siete años, que en esos momentos era regañado por quién me imagino que era su Padre , le decía “ es lo malo de salir contigo, no te sabes comportar cuando hay adultos”, eran unos de esos señores que se creen todos unos caballeros, príncipes, sangre azul, de esos puñeteros tipos que cuidan la pose todo el tiempo… ya ahí en ese momento fue cuando entendí que el verdadero deshuesadero estaba afuera del museo, discúlpenme por hablar de mediocridad al principio de este escrito, es mucho más valioso el que una persona le invierta tiempo, esfuerzo y sentimiento a algo que desea expresar por medio del pincel, es cierto, puede ser que no posean una gran técnica, pero estoy seguro que su corazón es muchísimo más grande que el de las personas de sociedad que van de pasarela a un centro comercial y que son muchísimo mas libres, ya que para pintar no necesitan un guardaespaldas, cuando se pinta se puede uno comportar y ser quien uno quiera ser.

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