lunes, 4 de mayo de 2009

Esperando a que apaguen las luces

Siempre es malo adelantarse, y no por ello significa que el resultado es negativo, también cuando sale algo positivo, esto no se disfruta como se debería, tanta ansía, tanta expectación lleva a suponer sensaciones que cuando llegan a un nivel menor al que se imagino un sinsabor es la idea predominante...

Pues bien, la pareja de ancianos con los que vivimos resulto ser de la ultra-derecha, al ver que Oyuki y yo no tenemos un anillo de compromiso salieron con la trastada de que no podíamos dormir juntos, razón mas que suficiente para habernos largado, no importa de que nacionalidad sean, portugueses, españoles, chinos, árabes, argentinos, alemanes, holandeses, lo que sean, sí esto no es un convento, no fuimos a pedir posada a unas monjas; esto es lo último que hubiera esperado.

Yo hice una de mis rabietas acostumbradas, poner cara de pocos amigos, maldecir a mis anchas, sin importar que me entiendan o no al hablar en español, de verdad que era para irse azotando la puerta, haciendo el gran escándalo al bajar las escaleras para que los vecinos asomaran las narices y ver que pasaba, posiblemente no entenderían nada, pero los señores “bien portados” quedarían en ridículo.

Pero no, aquí las decisiones no las tomo, Oyuki me menciono nuevamente la ganga que hacen aquí con el precio de la habitación, que es un barrio respetable, que le queda cerca la Universidad, y que empezar tan pronto con cosas fuera del plan no es buen augurio, a ella también le molesta el asunto, pero con el tiempo nos podemos cambiar de una manera mas planeada, no tan así, de estar con las maletas en la calle, enojados y sin saber bien a donde dirigirnos. Poniendo de esa manera las cosas, yo no tenía mucho para pelear, sobre todo si pienso que soy un invitado, un colado en todo esto, aunque hay una voz en mi interior que me dice que no viaje tantas malditas horas en un avión pensando en alzar una nueva vida, en alejarme de todas las cosas podridas para esto, es como pasarte por encima, cómo te pueden juzgar o emitir condiciones, es algo ilógico eso de no dormir juntos, no entiendo una pizca de lo que se habla en la habitación, el Sr, Filipe habla con Oyuki, de vez en vez voltea a verme como si siguiera la conversación, pero esto es inútil, tal vez se me empieza a bajar el enojo al darme cuenta que en verdad me siento un poco indefenso con las limitantes del habla, hace unos minutos me veía afuera, ahora recuerdo el intenso frío que nos recibió, de verdad es una locura salir de aquí, habrá que acostumbrarse, no existe la libertad por completo, carecía de ella en casa, acá o en otro país siempre surgirá otra cosa, en sí el problema en concreto es con el mundo en general, y el pensamiento depresivo que me derrota finalmente es que no hay manera de escapar de el.

Adelante pues…

La idea es que dormiré en el sofá de la sala, como el invitado permanente, como el borracho que desiste en irse a casa y termina acomodándose en el rincón, así pero diario, sigo enojado, pienso en desquitarme de alguna manera, en hacer algo más que darles la razón completamente, creo que les daré la vuelta una vez que hayan apagado las luces.

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